Andy Tran

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Corrida de toros, Francisco de Goya.

 

Para desarrollar el concepto de violencia y su relación con cada tipo de necesidad, Galtung ofrece también una clasificación de la violencia por sus formas de manifestación, en tres supratipos: violencia directa, violencia estructural y violencia cultural; podemos comprender la relación entre éstas a través del llamado triángulo de la violencia o triángulo vicioso de la violencia.

Si colocamos la violencia cultural y la estructural en los ángulos de la base del triángulo, que delimitan al área de las manifestaciones de violencia invisibles, representan las raíces y el sustrato que permiten y justifican la violencia directa, ubicada en el tercer ángulo, correspondiente al área de las manifestaciones de violencia visibles, como la punta de un iceberg. En función de los ángulos en que ubiquemos cada concepto, el análisis puede resultar en distintas interpretaciones de los procesos de violencia.

Las manifestaciones de violencia directa son las que pueden percibirse a simple vista, se trata de acontecimientos que ocurren en un espacio y un tiempo específicos. Implican el uso de la fuerza de un ser humano al atentar físicamente contra otro ser humano, o de un grupo de personas contra otro.

La violencia estructural no se manifiesta en un acontecimiento visible y específico, sino en un proceso o una serie de acontecimientos cuya realización no puede atribuirse a una sola persona, ya que está implícita en un engranaje de mecanismos en los que participan muchas personas sin siquiera, quizá, percibir las implicaciones de sus acciones. Es la consecuencia de un proceso de diferenciación social que se ha jerarquizado y justificado mediante manifestaciones de violencia cultural. En este proceso de diferenciación social jerarquizada unas personas y grupos se encuentran en la parte superior de la jerarquía, y por tanto, gozan de la satisfacción de ciertas necesidades, a diferencia de las personas y grupos que se encuentran en la parte inferior de la jerarquía y no tienen acceso a los recursos que permiten satisfacer sus necesidades.

La violencia cultural es una manifestación constante, permanente, implícita en un discurso que legitima las otras dos formas de violencia – la estructural y la directa – al grado de que las justifiquemos y veamos como normales relaciones en las que personas son, por ejemplo, discriminadas. Podemos encontrar ejemplos de este tipo de violencia en seis campos culturales: religión, ideología, lengua, arte, ciencias formales y ciencias fácticas.

La relación entre las cuatro necesidades humanas y dos supratipos de violencia conducen a Galtung al planteamiento de ocho tipos específicos de violencia, ocho formas de impedir la satisfacción de las necesidades humanas, cuya legitimación, justificación y normalización se apoyan en las manifestaciones de violencia cultural.

¿Y qué podemos hacer?
¿Cómo podemos transformar la violencia?